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miércoles, 12 de enero de 2011

Única, como ella.

Allí iba yo, con mi Rolling Stone diciembrera, con más frío que ganas de perderlo de vista a él (...). Me colé por todas las calles Pontevedresas que pueden existir, desde las más bellas plazas a esos lugares, a los que jamás nos han permitido acceder por ser lugares de "drogatas", que, la vedad, ahora que los he visto de cerca aprecio más que nunca (...)

Miré al cielo más blanco que se puede soñar y no pude evitar sonreir. Si, en el fondo me siento taaan bien (...) Con el flequillo recién estrenado, cazadora de cuero, creyéndomelo bien, creo que me recorrí toda la pequeña ciudad Gallega. Me paré en cada pequeña tienda, en cada rincón, escupí ante todos los carteles de corridas, arranqué los anuncios de conciertos de reggetón y suspiré de nostalgia triste delante de cada parque abandonado.

Me acordé de él, y de sus ojos negros, acto seguido me fluí en el mercado con mi guitarra enfundada, y juré sair de allí algún día, de ir a lugares parecidos a los que hay en mi cabeza (...) Aunque mi cabeza es sólo mía y lo que hay en ella también (...).

Entre cientos de personas yo jamás me he sentido acompañada, es más, esta vez me he sentdo sola, rara, diferente. De estar yo allí y de que los demás no son iguales...

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